martes, 18 de noviembre de 2014

Encuesta inicial de satisfacción

Ayer comenzamos en clase la unidad 3 del módulo de Oficina de farmacia; la unidad en la que hablamos de los sistemas de gestión de la calidad. Uno de los apartados está en relación con la medida de satisfacción de los clientes y explicamos en qué consisten las encuestas de satisfacción, las escalas Likert, el análisis de resultados... y lo hacemos coincidir con la primera encuesta de satisfacción que le hago a los estudiantes para que valoren la forma en que les imparto la docencia, la metodología, los recursos, la evaluación. Ya hablamos de eso en la entrada anterior "Cuestionando la metodología didáctica III".
A través de esta encuesta intento recabar datos que me permitan saber si mis alumnas están satisfechas conmigo y con la forma de tratar el módulo y además extraigo datos para mejorar, para corregir aquellos aspectos que les parecen deficitarios o susceptibles de mejora.
La hago después de dos meses de clase porque creo que es el  momento en el que tienen la información necesaria para criticar mi sistema.
Aquí podéis ver los resultados.
Es una experiencia enriquecedora que, analizada con la mente abierta, me da la oportunidad de ser mejor docente.

domingo, 16 de noviembre de 2014

La utilización de infografías como recurso de aprendizaje

Cada vez está más extendido el uso de infografías en la práctica docente. Con ellas presentamos los contenidos de forma gráfica, visualmente atractiva, con dibujos, fotografías y textos sencillos que simplifican procesos más complejos y suponen una esquematización más fácil de adquirir cognitivamente.
Además, no tiene porqué ser el docente el único que haga las infografías; pedagógicamente es más útil que sean los propios alumnos/as los que aprendan a trasladar los contenidos a una infografía porque el mismo proceso de realizarla ya supone un esfuerzo de aprendizaje: pensar en los contenidos, simplificarlos, trasladar las ideas a imágenes, acompañar textos simples pero completos, buscar información, añadir enlaces, ... es un ejercicio de aprehensión de conocimientos muy útil, además de que ponemos en valor la creatividad y la autoestima del estudiante. Si además conseguimos que las hagan en pequeño grupo, añadimos el valor del trabajo colaborativo.
Hoy muestro una de las infografías que he creado para clase y que servirá para que mis alumnas hagan la suya propia sobre los mismos contenidos.

Haz clic para ver la infografía a tamaño original
 
De todas formas, la realización de infografías no es algo nuevo para mi. Allá por el año 1999 había realizado lo que por entonces llamaba "pósters informativos" que estuvieron decorando una de las aulas del instituto mucho tiempo y que hoy son verdaderas reliquias. Algunos de estos pósters sirvieron para, previamente reelaborados, hacer ilustraciones de apuntes e incluso alguno se modificó para ilustrar el libro de texto de Dispensación de productos farmacéuticos de la editorial McGraw-Hill del que fui coautor en su primera edición.
 
Póster realizado en el año 1999




viernes, 14 de noviembre de 2014

Resultados de la segunda autoevaluación

En una entrada del 30 de octubre anunciábamos la realización de la 2ª autoevaluación del módulo "Oficina de farmacia" y explicamos el sistema que sigo para reforzar el aprendizaje de mis alumnas basándome en la realización de cuestionarios en el aula virtual que sirven como instrumento de evaluación y de refuerzo del aprendizaje (ver la entrada anterior).
Por razones ajenas a nosotros hubo que retrasar la autoevaluación pero ya se hizo, y al mismo tiempo que la hacían (como explicamos les doy una semana para hacer tres intentos con distintas preguntas), les programa actividades de dos tipos:

  • Por un lado les doy unas fichas-guía con una serie de tareas más o menos teóricas de revisión, clasificación, descripción, ... de acuerdo con los criterios de evaluación de la unidad más conceptuales. Esta metodología sirve para que al mismo tiempo que se autoevalúan están repasando los contenidos con las actividades.
  • Por otro lado les programo actividades prácticas, también con una ficha-guía, de acuerdo con los criterios de evaluación más procedimentales y actitudinales.
Además, a lo largo de la semana yo voy revisando los intentos que hacen y mantengo abierta una línea de comunicación a través del chat del aula virtual para aclarar dudas o matizar respuestas, independientemente de que en clase también revisamos aquellas cuestiones en donde veo que hay más errores o dudas.
Como es de esperar, los resultados son muy buenos, y somos conscientes de que no son calificaciones reales por la forma en que se hace la autoevaluación (en casa, cuando quieren, con acceso a apuntes, en grupo, ...), pero debemos entender que se trata de reforzar el aprendizaje y que los estudiantes no sientan la presión de un examen.
La evaluación "real" se hace con las actividades prácticas, en donde yo observo, pregunto, repaso, pido información, etc... siempre teniendo en cuenta los criterios de evaluación establecidos.
Al acabar la autoevaluación emito un informe que publico en el aula virtual para que todos los estudiantes tengan acceso a él y hagan un seguimiento de su proceso de aprendizaje.
Se puede acceder al informe (del que he eliminado datos personales) en el siguiente enlace (en gallego).
En estos momentos hemos dado dos unidades y hemos hecho dos autoevaluaciones; ahora llega el momento de que sea yo el que me someta a una evaluación docente tal y como expliqué en el post del 21 de octubre "cuestionando la metodología didáctica III".


jueves, 13 de noviembre de 2014

Las dificultades del uso de redes virtuales

Hoy es un día de mosqueo, lo que me da pie a escribir sobre las limitaciones o dificultades que hay para el uso educativo de las redes virtuales.
El mosqueo es el resultado de un nuevo corte en los sistemas informáticos de los servidores institucionales educativos que impide el acceso tanto a la web del instituto como al aula virtual. Y lo peor, sin previo aviso.
Comprendemos que hay imprevistos, situaciones que no podemos tener bajo control que provocan estos pequeños cataclismos en la atmósfera virtual, pero cuando las tormentas son continuas, bien a nivel central o bien a nivel local, la situación adquiere dimensiones realmente preocupantes que bien merecen una alerta roja.
En lo que va de curso (casi dos meses) en mi instituto hemos tenido 12 incidencias relacionadas con el acceso a internet, 9 a nivel local y 3 a nivel general. De todas ellas sólo una fue anunciada, un corte en los sistemas informáticos justo cuando yo tenía prevista la 2ª autoevaluación, lo que me obligó a retrasarla una semana. Ahora mismo está abierta esa 2ª autoevaluación; hasta mañana a las 16.00 horas, pero hoy hemos madrugado con un nuevo corte en los sistemas informáticos, esta vez no anunciado, así que las alumnas que aún no han terminado sus intentos estarán echando serpientes por la boca.

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Y ahí radica una de las dificultades para implantar redes virtuales; si los sistemas informáticos no son lo suficientemente estables; si los accesos de los centros educativos se corresponden con épocas pretéritas; si los estudiantes no disponen de conexión a internet, todo esfuerzo por “modernizar” la pedagogía queda minimizado hasta el hastío.
El asunto puede ser desesperante. Te pasas horas como "content curator", "content designer", "strategic planner", "IDdesign", … (1) y todo se diluye (o evapora) en un momento.
Hoy mismo iba a utilizar en clase una noticia que aparece en un periódico regional en la que se da cuenta de que ayer se cayeron los servidores del servicio gallego de salud y las farmacias no tuvieron acceso a la receta electrónica.

La Voz de Galicia, 13.11.2014

Iba a utilizar esta noticia para ilustrar lo que ya he comentado en varias ocasiones en clase: los sistemas informáticos se caen, pero eso no debe impedir que sigamos haciendo nuestro trabajo… Si los ordenadores no funcionan tendremos que recurrir a las ancestrales técnicas, muchas ya olvidadas, de hacer las cosas “a mano”; de apuntar las dispensaciones en una hoja, de calcular los precios con una calculadora o haciendo la operación con “lápiz y papel”… y este cuento debemos aplicárnoslo también los docentes.
En los días de “silencio informático” no han sido escasas las voces que se han hecho escuchar sobre las dificultades de dar clase e, incluso, sobre la necesidad de parar las clases porque “así no puedo darla”. 
Por eso es necesario tener siempre un “plan B” en la cartera. No vamos a decir aquí que deberíamos disponer de un servidor espejo para contingencias (ya sería la leche), pero sí es necesario disponer de recursos que sustituyan a la red virtual, porque la virtualización tiene sus inconvenientes así que la recomendación final es: virtualiza, pero ten siempre algo físico a mano por el qué dirán.
Y ahora, a esperar a que los servidores resuciten para que mis alumnas puedan acabar la 2ª autoevaluación…

(1) Queda bien en inglés...
content curator, curador de contenidos, aka, seleccionador de recursos
content designer, diseñador o creador de recursos
strategic planner, planificador de estrategias
IDdesign. diseñador de una identidad digital

martes, 11 de noviembre de 2014

Cuestionando la metodología didáctica (VI)

Hoy toca un tema peliagudo: la evaluación docente. Mi experiencia en este terreno es desalentadora. Ya comenté en post anteriores que fui director muchos años, 13 nada menos, y en ese tiempo traté de que el instituto funcionara a través de procedimientos, de protocolos, quizás por mi deformación profesional como médico. En medicina tendemos a trabajar con procedimientos normalizados de trabajo (PNT) que hoy están muy en boca de todos/as con el asunto del ébola. Los protocolos son el “seguro” que garantiza que hacemos las cosas bien, y que podemos calibrar que todos/as lo hacemos igual.
Trasladar eso al funcionamiento de un instituto es relativamente fácil; podemos protocolizar casi todo lo que hacemos. Es lo que los sistemas de mejora de la calidad llaman mapa de procesos, donde cada proceso es un conjunto de procedimientos (tareas) para una determinada actividad. La norma ISO 9001:2008 se basa precisamente en eso: protocolizamos, establecemos indicadores, registramos, medimos y aplicamos correcciones que mejoren los resultados.
Implantar un sistema de mejora continua en un centro educativo es sencillo si no nos dejamos obnubilar por los documentos inherentes a todo proceso de mejora; si no nos zambullimos en un mar de registros que al final sólo consiguen burocratizar nuestro trabajo más de lo necesario, utilizando indicadores de dudoso valor, duplicando los registros, utilizando herramientas poco intuitivas,… y peleando contra el tradicional inmovilismo de muchos docentes (léase libertad de cátedra).
De hecho, el principal elemento de fracaso de la implantación de sistemas de calidad en los centros educativos radica en los procesos relacionados con la productividad del profesorado, con la evaluación de la función docente.
Cuando se habla de evaluación de la función docente surgen dudas y recelos por todos lados: quién, cómo, cuándo, qué… Llegar a un consenso y una aceptación global de un sistema de evaluación docente es casi imposible y al final el asunto suele quedar en que el docente se evalúa a sí mismo (eso sí, sin asumir demasiadas responsabilidades sobre fracasos educativos), y a hacer un par de preguntas a los estudiantes sobre si les gusta o no tal o cual profesor/a.
Cuando se debatió el asunto en mi centro surgieron algunas voces discordantes que sólo veían en el proceso una forma de control. El término control se hizo fuerte en el debate adquiriendo una relevancia nuclear en el proceso. Nos sometemos a evaluación siempre y cuando eso no signifique que nos controlan, así que hay que eliminar del proceso evaluador cualquier sospecha sobre la profesionalidad y honorabilidad del docente. ¿miedo?. ¿a qué?.
En el fondo de la cuestión subyace la ancestral idea de la libertad de cátedra a la que me referí antes, un término que se ha ido deformando históricamente para transformarse en un “yo en mi clase hago lo que quiero y nadie me puede cuestionar”. Yo me he peleado muchas veces con el concepto en el sentido de que he impartido cursos (CAP, másters, formación, …) en donde conscientemente introduzco el debate sobre la libertad de cátedra; en donde trato de inculcar el significado de la libertad de cátedra en los estudios preuniversitarios dándole el significado que realmente tiene.
Los docentes trabajamos en equipo, y el trabajo grupal implica que nos tenemos que poner de acuerdo en lo que damos y en los aspectos generales de la metodología, estableciendo métodos de evaluación fácilmente calibrables; esto implica que tenemos que tener claro que la libertad de cátedra se reduce al enfoque que queramos dar a nuestros contenidos, dejando de lado todo dogma y rechazando en el sistema evaluador nuestras propias concepciones. En su concepción clásica, la libertad de cátedra, aplicable al mundo universitario, era dogmática; eliminaba de la ecuación el sentido crítico por parte del alumno, que debía asumir el pensamiento del cátedro en toda su extensión; pero hoy en día lo que queremos es inculcar el pensamiento crítico en nuestros alumnos/as, la autonomía del pensamiento y eso supone que debemos darles libertad de opinión, aunque su opinión esté en contra de la nuestra.
Un ejemplo. Hace muchos años, cuando yo empezaba en docencia, tuve que dar Ciencias Naturales en la antigua FP1. Uno de los temas indiscutibles era “La evolución” y yo soy evolucionista convencido. Cuando tuve que tratar el tema en clase hubo que abordar la dicotomía evolución-creación y yo intenté ser lo más neutral posible, pero con un enfoque claramente evolucionista, dando mi opinión personal (y así lo hice constar) sobre el creacionismo. La libertad de cátedra me permite dar un enfoque al asunto y centrarme en la evolución, incluso criticando la creación o directamente rechazándola, pero mi función como docente es poner encima de la mesa todos los elementos posibles para que los estudiantes extraigan sus propias conclusiones, sabiendo que en este asunto pesan demasiado las “creencias”.
El caso es que les pedí que hicieran un trabajo sobre Darwin y la evolución de las especies y mi sorpresa fue el que presentó una alumna defendiendo a ultranza el creacionismo y criticando los estudios evolucionistas con documentación científica. Lo comenté con la jefa del departamento quien me dijo que conocía a la alumna y que era testigo de Jehová; que no había nada qué hacer y que le pusiera la nota que yo creyera conveniente.
Si el enfoque es que los estudiantes aprendan la evolución de las especies y que la reconozcan como un hecho científico demostrado que anula las ideas creacionistas, debía suspenderla, pero lo cierto es que su trabajo fue el mejor de todos; buena introducción, buen desarrollo, con aportes bibliográficos serios (la chiquilla, o quien le ayudó, eliminó toda referencia a la biblia), buenas conclusiones… el trabajo era impecable así que le puse un nota muy alta y abrí un debate en clase sobre la libertad de pensamiento.
Este es el verdadero significado de la libertad de cátedra. Yo, como ateo, rechazo el creacionismo y puedo decir en clase que lo rechazo, pero no puedo suspender a un alumno por el hecho de que sea creyente y cuestione el evolucionismo, siempre y cuando acepte estudiarlo y entenderlo.
Así pues, yo entiendo que la evaluación docente debe enfocarse principalmente sobre cuatro puntos:
  1. Análisis de la metodología: dinamismo, incentivación, trabajo en equipo, recursos, …
  2. Análisis del proceso de evaluación del aprendizaje: qué se evalúa?, cómo se evalúa?, el sistema de evaluación y de calificación es equilibrado y se enfoca a los resultados de aprendizaje que se buscan?, el sistema de evaluación se puede calibrar?.
  3. Aplicación práctica: lo que enseñamos tiene que tener un reflejo en la vida; de poco sirve que nuestros estudiantes aprendan cosas si después no son capaces de encontrarles la aplicación práctica, real, a nivel personal o profesional.
  4. Aprendizaje de los estudiantes: Y lo más importante de todo es que nuestros alumnos/as hayan aprendido y tengan los conocimientos a final de curso. Eso implica, necesariamente, que todos los docentes han de obtener buenos resultados reales. Y eso significa que si a final de curso los estudiantes no han aprendido, quien ha fallado es el docente.
En síntesis, la evaluación docente es necesaria pero no va enfocada a determinar si un profesor es bueno o malo, si es simpático o antipático, si es amigo o padre, … pasa por determinar si su trabajo cumple con los objetivos previstos y obtiene los resultados que se esperan, y para eso tenemos que tener muy claros esos resultados.
Continuará… ¿trabajamos en equipo?